Van pasando los días mientras seguimos viviendo bajo la incertidumbre, rodeados de noticias de prensa, que una tras otra, no dejan más que entrever que las cosas se pueden hacer mejor o peor, pero seguro que estando más unidos que nunca.

Se proyecta una imagen inmerecida para una población ejemplar, que lo demuestra a través de la solidaridad, cuando más se necesita.

Hay muchos valores que nos definen, como son el concepto de familia y la  amistad, representados a través acciones cariñosas cómo son los abrazos y los besos.

En los momentos que vivimos, deberemos sustituir esos gestos cariñosos por las miradas, a través de las cuales tendremos la necesidad de transmitir el mismo afecto, cariño y amor, para seguir sintiendo ese estado de felicidad que hemos transmitido a lo largo de los años.

Ese bicho, que no vemos, nos está robando los gestos más entrañables que definen nuestra forma de relacionarnos y que son objeto de reconocimiento por parte de aquellas personas que, procedentes de otros Países y culturas, han admirado cuando han tenido la oportunidad de convivir entre nosotros.

Estoy absolutamente convencido de que durante este mal sueño, que estamos viviendo, estamos aprendiendo a valorar, más si cabe, sentimientos tan básicos como echar de menos.

Tal vez nos cueste pronunciarlo públicamente, pues se podría interpretar que somos seres frágiles a los que simplemente echar de menos a alguien, nos convierte en personas menos felices.

Yo echo de menos. Echo de menos cosas sencillas, ninguna de ellas material y que me están enseñando lecciones de vida que no puedo dejar pasar por alto.

Trato de comprometerme conmigo mismo a que cuando este mal sueño quede atrás, una parte de mí será diferente.

En estos tristes momentos trato de gestionar mi yo profesional haciendo uso de la comunicación directa y transparente, de tú a tú, sin roles, sin intereses, sin diferencias y con el máximo compromiso para mantener unidas a las personas con las que comparto proyecto profesional.

Me pregunto muchas veces qué ocurriría si todos invirtiéramos nuestro tiempo y energía en conciliar ideas personales, profesionales y/o políticas. En buscar soluciones que sumen las mejores aportaciones independientemente de dónde provengan…

Si fuera así, tal vez despertaríamos nuestros sentidos y recobraríamos la esperanza y la ilusión por volvernos a abrazar y besar.

Porque la tristeza de los titulares de prensa que estamos leyendo, está apagando nuestros sentimientos mas básicos, mientras pasan los días y perdemos la cuenta de los abrazos y besos que ya no se podrán recuperar.

Una mañana triste de Domingo en que necesité decir que soy frágil, que estoy triste y que te echo de menos…