Han transcurrido ya unas fechas desde que tuve la necesidad de encontrarme, a solas, ante el teclado y libre del “corsé” diario.

Durante esas fechas han ocurrido muchas cosas. He visto como el amor de mi vida recibía la gran sorpresa de su vida, ya que después del confinamiento, nuestro hijo Marc decidió dar a su “mami” el mejor regalo, con el que llevaba noches soñando. Apareció, sin avisar, al reencuentro con su “mami”.

Juro que  nunca jamás vi tantas lágrimas derramadas, simplemente, por ser feliz.

Las lágrimas se seguían derramando después de los encuentros familiares, que en algún momento dudamos si llegarían a repetirse, estando todos los que estábamos.

Aparecieron, sin esperarlo esos besos vestidos que sustituyen a los besos desnudos de siempre. Una sensación extraña, abrazar como nunca y besar como nunca nos hubiéramos imaginado. Sin embargo eran las miradas las que transmitían un miedo, ahora sí, superado por el amor y la felicidad del reencuentro.

Hemos sido y seguimos siendo unos afortunados ya que nos tenemos todos, a pesar del “bicho” y doy gracias porque así sea.

Cuánto sufrimiento queda por el camino, de tantas y tantas personas que ni siquiera han podido despedir a sus seres más queridos. Desde estas líneas, solo puedo transmitir mi más profundo pésame y oculto, bajo la mascarilla, envio un beso vestido lleno de esperanza y fuerzas para afrontar el futuro.

Entre mi segunda “familia” se encuentra una persona muy especial. Alguien a quien el “bicho” #covid19 atrapó cruelmente y que nos tuvo con el alma en vilo.

Van pasando los días y mira que ya te queríamos, pero amigo Jose Manuel Alvarez, lo que hoy nos haces sentir por ti no tiene descripción.

Le llaman el “5 minutos” y sólo él y unos cuantos sabemos por qué.

No hay semana que no nos recuerde, desde la responsabilidad, que tenemos que hacer uso de la mascarilla, de los guantes, guardar la distancia social y ser ejemplares en la higiene de nuestras manos.

Seguro que es consciente del mensaje que transmite y seguro, también, que no es consciente de lo que está consiguiendo. Desde luego, en mi caso personal, querido Jose Manuel, has conseguido que los besos vestidos sean tan naturales como la vida misma. Esa vida a la que te aferraste, por la que luchaste y ahora no quieres que tu sufrimiento se extienda a más personas. Te entiendo, te comprendo y te estoy enormemente agradecido por lo que nos estás ayudando.

No te has dado cuenta, pero te has convertido en nuestro líder, por muchas razones…

Nos has dado continuos ejemplos de compromiso, colaboración, aceptación y no aceptación. Te veíamos humano, fuerte y “grande”, riguroso, exigente e imposible de seguir el paso.

De repente se hizo el silencio y nos tuviste preocupados a todos. Sin embargo de nuevo estás ahí, ahora más que nunca, preocupándote por los demás, ahora

más que nunca tu corazón supera el tamaño de tu “empequeñecido” cuerpo. Qué orgullosos deben de estar de ti, tanto tu mujer, hijos, familiares y amigos.

Algunos de nosotros nos tomamos la licencia de “ser tus amigos” porque nos hace sentir orgullosos, porque para nosotros es un honor, porque esta lección que nos estás dando, supera cualquier otra de las muchas que nos has dado a nivel profesional.

En muchas ocasiones, en nuestra vidas, no es fácil encontrar la inspiración para seguir adelante, sin embargo, estoy rodeado de ángeles que me cuidan y me hacen sentir querido.

Mis queridos ángeles, Montse, Paula, Marc y Blanca, Papá, Paquita, mi Chino, hermanos y hermanas, tanto políticos como no, sobrinos, sobrinas y amigos de mi segunda familia. A todos os doy las gracias por haberos cuidado y por seguirnos cuidando, para que sigamos disfrutando de esos besos vestidos.

… y a ti Mamá, que hace ya unos meses que nos dejaste, déjame que mis labios le envíen al cielo un beso desnudo, para que tu mejilla sienta el calor del recuerdo que mantengo en mi corazón.