Querido YAYO,

hace unos días, mientras vivías uno de los momentos más difíciles de tu vida, me pediste silencio. Como no podía ser de otra manera, así lo hice, mientras, tú decidiste continuar empujado por ese gran corazón que tienes.

No era el mejor momento para permanecer en Madrid, rodeado de tus “chicos”, mientras una estrella, la de tu hermana, ascendía hacia el cielo.

Tú nos enviabas fotografías de esa maravillosa “calçotada”. Estoy seguro de que nadie pudo, ni siquiera, percibir el dolor que había en tu interior.

Hoy ya es público. Hemos visto tu sonrisa y felicidad mientras mantienes en brazos a tu nieto, ese maravilloso regalo que te ha dado la vida y del que tanto vas a disfrutar.

Conoces la admiración y el cariño que te tenemos en mi familia, no solo el mío, el de Marc, Paula, Montse, “la suegra” “el suegro” y toda esa pandilla FUCSIA a la que tanto nos haces disfrutar con tu sola presencia.

Déjame que te cuente algo…

Nos conocemos hace ya unos “pocos años” y te aseguro que a tu alrededor no hay más que personas que te quieren, que te respetan, que te admiran, que quisieran tener algo de ti.

Claro que estamos pendientes de todos tus movimientos profesionales, de tus zapatos de “bailar”,  de tus “malas traducciones”, de ese rostro que se sonroja cuando algo no te ha salido como esperabas. Y qué me dices de tus famosas apuestas, no ganas ni una, y que maravilloso es ver tu espíritu deportivo aceptando la derrota. Aunque no nos engañemos, de vez en cuando nos tiendes alguna trampa para ver si caemos…

Sabes qué YAYO, estamos esperando tu vuelta de Alemania para darte ese gran abrazo que te mereces y nunca olvides que esa nueva estrella que hoy alumbra tu vida, brillará mas que nunca disfrutando de tu sonrisa, viendo tu felicidad, observando tus enseñanzas.

Ah! y por último, no olvides que los “suegros” siguen esperando esa paella y ese momento, en el que volveremos a ver tu sonrisa de niño pequeño.

Se te quiere, TE QUIERO!!!

Por muchos año a tu lado…